photo by Pasquale R. Mingarelli
Devocionales prestados

40 días de propósito

Jueves, día 26

Katie Berglee

Minutos después se reveló mi pecado, mi enojo se transformó en vergüenza. No quiero humillarme ante mi compañero de trabajo y confesar que estaba equivocado.

Durante las siguientes 12 horas traté de mover hacia fuera: evitación, desplazamiento, ocultar la culpa, orgullo. Nada que deje de sentir mi culpa.

¿¿A esto sonido familiar? Es un patrón predeterminado de que todos los seres humanos tienen en común.

Sin embargo en la oración de David (registrado en el Salmo 51) vi una diferencia marcada entre mi idea de decir "Lo siento" y el llamado de Dios al arrepentimiento. "He aquí, delicia en verdad en el ser interior," David escribió, "y usted me enseñe sabiduría en el corazón secreto".

Sólo quería barrer el desastre que había creado mi pecado. Dios quiere que limpie mis motivaciones, las actitudes del corazón y orgullo egoísta.

En vez de esconderse, David oró: «me purga con hisopo, y seré limpio; lávame, y seré más blanco que la nieve."

Así que confesé mis pecados a Dios, agradecidos por la sabiduría y el poder para luego hacer las cosas bien la manera dura (la manera de Dios) con mi compañero de trabajo.

Estaba seguro de cómo responderá. Pero ahora su respuesta fue secundario. Yo quería hacer bien con Dios.

Mi corazón desea lo mismo que David escribió en Salmo 51: "crea en mí un corazón limpio, oh Dios y renueva un espíritu recto dentro de mí. Me echaran no lejos de su presencia y me toma no tu Santo Espíritu. Restaurar el gozo de tu salvación y me mantienen con un espíritu dispuesto."

En fe y humildad, conocí a mi compañero de trabajo; Dios guió la conversación de la reconciliación para nosotros. Mis ojos llegaron llorosos pero mi compañero de trabajo fue graciosa.

Fue un momento dulce para mí.

Lea Salmo 51, principio a fin. ¿Que versos son útiles para que usted pueda reclamar hoy?

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