Mi llamado es trabajar con los universitarios, compartir el evangelio con ellos y acompañarlos en su caminar con Jesús. Me conmueve profundamente ver cómo Dios obra en sus vidas: cómo llegan con preguntas, heridas o dudas, y cómo Él les da propósito, identidad y dirección. Me apasiona ver su crecimiento, verlos descubrir que pueden ser luz en sus campus, influencia entre sus amigos y testigos valientes en medio de un mundo que muchas veces se opone a la verdad. Pero más allá de lo que yo puedo darles, este llamado también me transforma a mí. Porque no es solo un trabajo para ellos, sino con ellos. Ellos me enseñan a depender más de Dios, a tener fe como niños, y a no perder la esperanza. Este llamado me desafía a vivir de manera coherente, a amar sin reservas y a sembrar aunque no siempre vea el fruto inmediato. Creo firmemente que cuando una generación universitaria conoce a Jesús, una nación entera puede cambiar.
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