Soy el tipo de persona que siente las cosas muy profundamente. Y durante años me he repetido: "La fe no es un sentimiento; es una elección que hacemos para tomarle la palabra a Dios".
¿Por qué esta distinción es tan importante?
Porque en Lucas, capítulo 7, hay un momento en que Jesús dice: "Esta es la fe más grande que he visto en todo Israel". ¿Qué vio Jesús como una gran fe? Simplemente una disposición a creer y a confiar en Su palabra.
Y en Mateo, la promesa es rotunda:
"El cielo y la tierra pasarán, pero mis palabras no pasarán" (Mateo 24:35).
Esto significa que Su Palabra es más cierta que cómo nos sentimos, más cierta que cualquier circunstancia en nuestra vida y más cierta que cualquier situación que tengamos que afrontar.
Debemos ser honestos con el Señor acerca de cómo nos sentimos, pero debemos llevarlo a Su Palabra, declarando que Su Palabra es más cierta que nuestros sentimientos.
Así que podrías decirle: "Señor, no me siento amado/a en este momento..." y debes decirle por qué. Pero luego, declaras: "Pero, Señor, Tu Palabra dice que me has amado con amor eterno (Jeremías 31:3), ¡muchas gracias! Y Tu amor por mí es único y permanece cuando todo lo demás ha fallado."
O: "Señor, tengo miedo. Siento temor. Pero Tu Palabra dice que no me has dado un espíritu de cobardía, sino de poder, amor y dominio propio (2 Timoteo 1:7). Así que voy a entrar en ese miedo y enfrentarlo, porque Tú estás conmigo."
El mayor ejemplo de confiar en Dios en medio de nuestros sentimientos es Jesús en el huerto de Getsemaní. Cuando Él estuvo allí, no dijo: "El Hijo de Dios no debería sentirse así" o "Si confiara en Dios, no sentiría esta angustia."
No, Él estaba sintiendo todo lo que había que sentir. La Escritura dice que estaba profundamente triste. Estaba angustiado. Estaba en agonía. Se turbó. Estaba experimentando cada emoción humana.
Pero en medio de Sus sentimientos, estaba confiando en el Padre.
Ya que Jesús dijo: "En este mundo tendréis aflicción" (Juan 16:33), ¿cómo integramos a Dios en nuestros problemas y experiencias negativas?
Estas son **3 maneras prácticas** que personalmente me han sido de gran ayuda:
"No os embriaguéis con vino, lo cual lleva al desenfreno, sino sed llenos del Espíritu; hablando entre vosotros con salmos, himnos y cánticos espirituales, cantando y alabando con vuestro corazón al Señor; dando siempre gracias por todo, y por todas las cosas, en el nombre de nuestro Señor Jesucristo a Dios, es decir, al Padre" (Efesios 5:18-20).Si te fijas en Efesios 5:18-20, habla del Espíritu Santo y las evidencias de Su presencia en nuestras vidas. Mira esa última frase: "Dando siempre gracias por todas las cosas en el nombre de nuestro Señor Jesucristo a Dios, es decir, al Padre" (Efesios 5:20).
"Pero ningún ser humano puede domar la lengua; es un mal turbulento y lleno de veneno mortal. Con ella bendecimos a nuestro Señor y Padre, y con ella maldecimos a los hombres, que han sido hechos a la semejanza de Dios. De la misma boca proceden bendición y maldición. Hermanos míos, estas cosas no deben ser así" (Santiago 3:8-10).La palabra "maldición" significa "hablar mal de", o no hablar bien, y la palabra "bendecir" significa hablar bien de alguien.
"Así pues, como escogidos de Dios, santos y amados, revestíos de tierna compasión, bondad, humildad, mansedumbre y paciencia; **soportándoos** unos a otros y perdonándoos unos a otros, si alguno tiene queja contra otro; como Cristo os perdonó, así también hacedlo vosotros" (Colosenses 3:12-13).Aquí está la frase clave: "si alguno tiene queja contra otro; como el Señor os perdonó, así también hacedlo vosotros" (Colosenses 3:13).
¿Dónde está tu lucha hoy?
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