No existe el mal original, pues como escribe Peter Kreeft: "El mal no puede ser mayor que el bien, porque el mal es un bien torcido, un bien enfermo, un parásito del bien". No puede haber destrucción sin algo que destruir. No puedes tener bulimia sin el placer de comer para corromper. No podrías tener inmoralidad sexual, perversión y pornografía si la belleza y el gozo del sexo y el matrimonio no hubieran venido primero.
Así que, antes de discutir la lujuria, la inmoralidad sexual o la pornografía, necesitamos comenzar con el diseño original de Dios. Necesitamos comenzar con la belleza del matrimonio y la bondad del sexo cuando Dios llamó a las cosas "buenas". Entonces dijo Dios: “Hagamos al ser humano a nuestra imagen y semejanza. Que tenga dominio sobre los peces del mar, y sobre las aves del cielo; sobre los animales domésticos, sobre los animales salvajes, y sobre todos los reptiles que se arrastran por el suelo. Y Dios creó al ser humano a su imagen; lo creó a imagen de Dios. Hombre y mujer los creó”. (Génesis 1:26-27).
Lo que salta a la vista en este relato del primer capítulo del Génesis es la clara multiplicidad de la creación llamada hombre, algo bastante extraño. Es en esta multiplicidad que somos a imagen de Dios. En otras palabras, el hombre y la mujer juntos son a imagen de Dios. La unión de los dos es una imagen de muchas cosas, entre ellas la relación de la Trinidad: unidad en la diversidad, un Dios - tres personas.
El teólogo del siglo XX Karl Barth lo expresó de esta manera: "El hombre nunca existe como tal, sino siempre como el varón o la mujer humanos... Tampoco puede querer liberarse de la relación y ser hombre sin la mujer o mujer aparte del hombre". Pensemos, pues, en la profundidad del sexo en el contexto del matrimonio: dos que se hacen una sola carne (literalmente).
No hay nada en el planeta que se acerque más a la manifestación de la imagen de un Dios en tres personas que el sexo. Ahora debería estar bastante claro lo milagroso que es el evento del sexo, por aquello que imita. También debería estar claro por qué Satanás querría garabatear un grafiti en él -más que en cualquier otra obra de la creación de Dios-, desfigurándolo de todas y cada una de las formas imaginables, haciendo que la imagen sea ininteligible.
El sexo no sólo refleja la unidad estructural de Dios (dos individuos que se convierten en una sola carne), sino que también refleja la alegría y la plena satisfacción que produce esta unidad. Esta idea puede sonar extraña, pero el disfrute -o la diversión, si se quiere- del sexo es sumamente glorificante para Dios, porque refleja la alegría y la satisfacción que experimenta la Trinidad. Por otro lado, el sexo sin vida, forzado, sin disfrute -o un matrimonio insatisfactorio- simboliza algo que no es cierto de la unidad de Dios. Por lo tanto, el diseño del sexo es tanto para el disfrute como para la procreación.
Un tercer propósito del diseño del sexo y del matrimonio es la procreación. El verdadero amor y la unidad no pueden sino dar fruto. En un mundo caído esto no siempre se realiza, pero es una característica esencial del diseño original.
Nuestra visión del sexo y del plan de Dios para nuestra sexualidad es demasiado baja. Para la mayoría de nosotros, el matrimonio está en el plan de Dios. Por lo tanto, el sexo estará en el plan de Dios para nosotros - no sólo una conexión física transaccional, sino una que sacuda el cielo con su poder sagrado.
Tengo noticias para ti: Jesus no tendra sexo con tu esposa. Tú sí. Y tendrás el privilegio y la responsabilidad de ofrecerle algo que nadie más en el mundo puede. Y Jesús está " chocando el pecho" emocionado acerca de su capacidad de poder para darte lo que se necesita para tocar literalmente el alma de ella en el lecho matrimonial. Él te capacita para que ocurra algo poderoso, único y misterioso cuando te relacionas con ella de una manera que ofrece algo que sólo tú puedes dar, y que sólo Él ha autorizado.
Piénsalo de esta manera: otros pueden impactar a tu esposa a través de la amistad, el cuidado, el consejo, el aporte espiritual, etc. Nadie, sin embargo, traerá a ella una santa desnudez e intimidad sexual. Ese será tu trabajo. Y tu placer.
Este tipo de intimidad hace que merezca la pena esperar la emoción de la unión con tu esposa.
El diseño de Dios para el sexo y el matrimonio grita al universo: " ¡Miren qué grande es Dios!". Pero la inmoralidad sexual y la pornografía gritan egocentrismo, amor abusivo y manipulador. Estas degradaciones sugieren un Dios que no provee adecuadamente y cuyos caminos no satisfacen del todo. Esta comprensión de Dios es lo que está en juego. En esto consiste realmente la batalla de la pureza: Seremos vehículos y recipientes que traigan alabanza y gloria a Dios o peones utilizados como insultos para que Satanás los lance contra Dios.
Lee Efesios 5:22-33. Nota que el pasaje dice que debemos amar a nuestras esposas como a nuestros propios cuerpos y dos veces dice que debemos amarlas como a nosotros mismos. Haz una lista de las maneras en que te cuidas, las esperanzas que tienes para ti mismo y las cosas que quieres que sean verdad en tu vida. Reflexiona sobre la posibilidad de ofrecérselas a tu esposa algún día. ¿Cómo podría esto marcar una diferencia en la forma en que abordas hoy la santidad y tu sexualidad?
¿Hay al menos un hombre (2-3 sería aún mejor) con el que puedas hacer un pacto para honrar a sus futuras esposas con su sexualidad? ¿Cómo podría ser el apoyo mutuo en esta búsqueda?
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