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¿Sabías de esta historia de pascuas?

La historia de la salvación del criminal que murió a un lado de Jesús, es una de las historias  más hermosas que se registran en la Biblia. Pero no voy a ir ahí ahora...

Vamos más al comienzo.  Leemos Lucas 23:39-43.

Ahí se encontraban, dos criminales. Pagando un castigo justo por acciones. Estar en la cruz significaba que eran de los peores, seguramente unos asesinos. Eran culpables, sí, eran culpables. Y tenían que pagar el castigo por su culpa. No merecían perdón, tampoco clemencia. Era un acto de justicia que estuvieran ahí en la cruz. No había fianzas, no había manera posible de que ambos criminales pudieran esquivar el castigo que les avecinaba. Sí, era un acto de justicia que estuvieran ahí en la cruz.

De pronto Jesús, santo e inocente, contado entre medio de los pecadores, de los perversos (Isaías 53:12), no merecía estar en ese lugar, en el medio de ellos dos. Él era inocente. Fue un acto de injusticia que estuviera ahí en la cruz. La más grande injusticia de todas.

Ahí estaba la escena: el inocente con los culpables. El que no merecía ese castigo, con quienes sí.  Ahí estaba Jesús, en su punto más bajo. Ya no tenía gloria. Prácticamente desnudo y clavado en la cruz.

Debajo, contemplando esa triste escena, una multitud. La mayoría burlándose de Jesús, quien agonizante se moría. Claramente no creían que era el Mesías, el Salvador del mundo. No creían que era el Hijo de Dios. Mateo en su evangelio dice que hasta los dos criminales se burlaban de él…

Luego algo pasó con uno de ellos. A pesar de que las personas, los líderes religiosos, los soldados y su compañero criminal, todos unidos ridiculizaban a Jesús, algo pasó en uno de los ladrones, algo ocurrió…

Aún en el estado sufriente de Jesús, agonizando y al borde de la muerte, su gracia fue tan irresistible y su santidad tan marcada, que de repente los ojos del criminal fueron abiertos. Al ser abiertos sus ojos el ladrón pudo ver su condición de pecador y puso su fe en Jesús para salvación. En unas pocas palabras el ladrón demostró fe, arrepentimiento, y aceptación de Jesús como Señor. Ahí recibe el regalo de la salvación. Él, arrepentido, clamó a Jesús, y Jesús lo salvó.

¡¡Qué hermosa escena de salvación!!

El criminal arrepentido no tuvo tiempo de ir a una iglesia. No pudo pasar a un altar. No pudo hacer una oración poderosa. No tuvo obras, nunca sirvió en una iglesia, no dió diezmos ni hizo buenas acciones. No había nada que lo hiciera merecedor de la salvación, absolutamente nada.

Estaba en las manos de la justicia, sentenciado a muerte. No buscó excusas, reconoció su culpa, creyó en Jesús y ahí mismo fue salvo. Repito: no había nada en él que lo hiciera merecedor de la salvación.

Después de ser salvo tampoco tuvo buenas obras: a las horas murió… y como Jesús prometió, fue recibido por él en el paraíso.

Mirando el cortometraje: "My Last Day" y leyendo este versículo entendí algo: todos nosotros somos exactamente iguales a estos dos criminales frente a la cruz de Cristo.

La Biblia enseña en muchos pasajes que el hombre (todos nosotros, mujer y hombre) es un ser pecador que se rebela constantemente contra Dios y que no puede cambiar su condición.

Romanos 3:10 al 12 dice:

10 «Nadie es bueno, nadie en absoluto. 11 Nadie entiende, ninguno busca a Dios. 12 Todos han perdido el camino, nadie vive como Dios manda».

"No hay en el mundo entero un solo hombre que sea justo, inocente y que busque verdaderamente a Dios".

Todo nuestro ser ha sido infectado por el pecado: nuestro intelecto, nuestra voluntad, nuestras emociones.

Romanos 3:23 dice: 23 pues todos han pecado y están privados de la gloria de Dios,

Romanos 6:23 dice: “Porque la paga del pecado es muerte”.

Esto significa que así como los dos criminales, todos nosotros somos igual de culpables y merecedores del castigo como ellos. Somos, además, peores de lo que pensamos.

Así como los criminales, cada uno de nosotros debe estar ahí colgado, crucificado por nuestros crímenes. Y eso sería lo justo.

Así como Adán, que por un solo pecado fue expulsado de la presencia de Dios y del paraíso, todos nosotros desde que nos levantamos hasta que nos acostamos nos rebelamos contra Dios. Tenemos malos pensamientos, mentimos, robamos. Vivimos con orgullo, soberbia, celos, envidia. Somos amigos de la lujuria, la holgazanería, la vagancia y la gula. Endiosamos al dinero, al placer, a otras personas… y a nosotros mismos.

La verdad es que delante del Dios Santo todos somos culpables. No hay un solo inocente delante de Dios. La Biblia dice que estamos muertos en nuestros delitos y pecados… como los dos criminales.

La verdad es que meceremos la muerte. Nada “bueno” (entre comillas) que hagamos puede salvarnos. Así como los dos criminales, estamos incapacitados de hacer algo bueno, verdaderamente bueno. Los actos que creemos buenos no pueden pagar la fianza, hasta las cosas “buenas” que hacemos vienen manchadas con intenciones de todo tipo…

Ahora esta todo mal. Estas son malas noticias...

pero...

6 A la verdad, como éramos incapaces de salvarnos,[b] en el tiempo señalado Cristo murió por los malvados. 7 Difícilmente habrá quien muera por un justo, aunque tal vez haya quien se atreva a morir por una persona buena. 8 Pero Dios demuestra su amor por nosotros en esto: en que cuando todavía éramos pecadores, Cristo murió por nosotros. (Romanos 5:6-8)

Así como el criminal, que no podía hacer buenas obras por estar clavado en la cruz, fue salvo, nosotros podemos ser salvos, no por nuestras buenas acciones, sino por reconocer delante de Jesús que vos y yo somos pecadores que estamos arrepentidos y confiando solo en El para salvación. Nada mas que esto.

Si la salvación del criminal arrepentido hubiera dependido de una vida activa de servicio, ciertamente que nunca hubiera podido ser salvo. Su fin estaba muy cerca, y, sin embargo, el Salvador lo pudo salvar.

 

En estas Pascuas recordamos el momento de Jesús en la cruz.

  • Él, inocente, pagó el castigo por los pecados tuyos y míos, culpables.  
  • Él se convirtió en pecado, para salvar a todos los que ponen su fe en Él.
  • Él sufrió nuestro castigo. Pagó nuestra fianza.
  • La muestra de que Dios aceptó el pago, fue que Jesús resucitó al tercer día.
  • Dios nos acepta como perdonados, y justificados ante sus ojos. Solo por lo que hizo Jesús. Nada más.
  • Todos nosotros somos como estos dos crimínales y hoy estamos frente a Jesús.

Yo quiero que pienses en tu vida y te preguntes: ¿alguna vez estuviste delante de Jesús y te reconociste pecador delante de él? o ¿todavía pensas que por tus “buenas acciones” vas a llegar al cielo?

La verdad es que podemos estar yendo de chicos a la iglesia, sirviendo en muchos ministerios. Podemos dar de comer a los pobres y tocar en la alabanza. Hasta podés estar como yo acá compartiendo sobre las pascuas. Pero nada de eso paga la fianza. Podés ser el “evangélico” ejemplar...  pero si dependes de tus actos de justicia para salvarte... ya vimos que es imposible, vas a seguir clavado.

Algunas vez estuviste delante de Cristo y con arrepentimiento y fe le dijiste: “soy pecador, no merezco nada, pero creo en vos, me salvas?”

Así como con los dos ladrones, cada vez queda menos tiempo. La vida es más corta de lo que pensamos y queda poco tiempo para dejar nuestra propia justicia e ir a quien ocupó nuestro lugar.

Jesús le dijo entonces: —Yo soy la resurrección y la vida. El que cree en mí, aunque muera, vivirá; y todo el que todavía está vivo y cree en mí, no morirá jamás".  San Juan 11:25-26.

¿Crees esto?

Nando y Celina Bloise

Seguidores de Cristo, papás de Josefina y Lorenzo. Celina es Analista de Sistemas de Computación y desde hace 15 años se dedica a la docencia en nivel medio. También es miembro de Refopan (Red de Formación Pastoral para la niñez). Nando estudió Relaciones Públicas, es apasionado de las nuevas tecnologías e internet y sirve a tiempo completo en el área de Operaciones y Estrategias Digitales de Cru. Ambos han sido por cinco años líderes pastorales del ministerio de jóvenes de la iglesia Cristo es el Cambio, trabajando con jóvenes y adolescentes. Apasionados por la lectura de libros y escritos sobre temas que hablen de Cristo y Su evangelio. Les encanta acompañar a otros en su caminar con Dios, ayudándolos y desafiándolos a vivir el evangelio cambia vidas todos los días.

Actualmente se encuentran estudiando una Maestría en Divinidad en la Facultad de Teología Integral de Buenos Aires.

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