Tenemos una definición de éxito en Cru que dice: "Tomar la iniciativa en el poder del Espíritu Santo y dejar los resultados a Dios".
Esto se aplica a los movimientos de lanzamiento y liderazgo. Nuestro trabajo es tomar la iniciativa. Dios puede hacer lo que quiera con nuestros pasos de fe. Eso nos quita la presión.
Tomamos la iniciativa al hablarle acerca de su misión. Dejamos los resultados a Dios creyendo que Él es el único que puede cambiar los corazones. Ambos suceden en la oración. Oramos:
Si Dios quiere que todas las personas escuchen acerca de Jesús y si Él ha invitado a cada creyente a ser parte de esa meta, entonces tiene sentido que le encantaría escuchar y responder nuestras oraciones para ese fin.
La oración también nos da la oportunidad de humillarnos ante Dios. Nos impide confiar en nuestros propios planes o habilidades y nos recuerda que solo Dios puede construir su reino.
¿Qué te parece dejar de lado algunas veces de oración cada semana y mantener tu corazón abierto a cómo Dios comenzará a trabajar en respuesta a tus súplicas?
¿Por qué peticiones específicas quieres comenzar a orar?
¿A quién podrías invitar a orar junto a ti?
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